Saturday, June 22, 2013

El laboratorio de la felicidad


A estas alturas de mis treinta, más para allá que para acá, es mucho lo que he oído decir acerca de la felicidad. Dicen que está en el chocolate, en el abrazo, en el beso, el buen sexo, el buen vino, en los encuentros con amigos y en el amor. Yo la encuentro también en la luz que rebota en las hojas de los árboles, en la lucidez del día, en las formas con que modelan mis ojos las nubes, en la risa de mis hijos, en mis lágrimas de vez en cuando, en la cola de los perros que me saludan…. Es que la felicidad y yo hicimos un convenio con el que yo salí ganando: ¡me contento con tan poco esfuerzo que a veces me pregunto si es que tengo la autoestima baja! La felicidad podría ser solo un símbolo y eso me explicaría por qué algunas nos contentamos con lo necesario.

Lo cierto es que a lo largo de la vida he cultivado esta actitud que me ha sido muy útil, no tengo que aspirar a lo que me conmueve y disfruto, porque lo tengo sin tener que hacer ningún esfuerzo para conseguirlo. Una de las bendiciones con las que me siento significativamente honrada es por contar con ángeles dedicados al amor y a la solidaridad, a hacer tareas que le dan más significado a lo que se supone que es estar viva. Dentro de ese grupo de ángeles está Rosalba Hernández, destacada artista plástica, quien dirige un espacio que siempre asocio a la felicidad: el Laboratorio Evolutivo de Arte Contemporáneo, un lugar muy especial para mí por dos razones que comparto en cofradía.

Este  “laboratorio de la felicidad” es un espacio único en la Zona Colonial, y puede que en todo el país no exista otro espacio con ese concepto: es una galería de arte y un café-bar, pero también se presta para facilitar talleres con espacios delimitados, llevar a cabo encuentros literarios y todo tipo de actividad imaginable.

Aunque Rosalba tiene ya bastante méritos como para quedarse pintando, ella no se conforma con orbitar sola en el mundo cultural. Al contrario, anima el encuentro de distintas generaciones de artistas y es especialmente solidaria con las causas más nobles. Han sido muchos los fotógrafos, pintores, escritores y artistas de todas las áreas que se han servido de este espacio sin que se les haya cobrado nunca un solo centavo por llevar a cabo allí sus actividades.  Yo incluida.

Lo cierto es que el Laboratorio Evolutivo de Arte Contemporáneo no es un bar, ni una galería de arte, ni un centro de reunión, es lo más parecido a un centro cultural que ofrece un programa gratuito, continuo y producto del espíritu colaborativo de sus directores y la comunidad artística nacional e internacional. Pues desde hace años es este el punto de encuentro de artistas de distintas latitudes, generaciones y especialidades.


La segunda razón que me explicaría la felicidad que me produce pasar incluso por el frente del Laboratorio Evolutivo es el amor natural de Rosalba y Mateo (su esposo) por todas las personas (artistas o visitantes) que se acercan. Rosalba te traspasa su pasión por el arte y cuando la visito suele darme un paseo por la galería y, sin darse cuenta, me hace salir siendo más de lo que era cuando entré. Su integridad y natural vocación para el servicio es una puerta que se abre de par en par para toda la comunidad cultural dominicana.


En resumen, que quien quiera pasar un rato feliz pase por el Laboratorio. Allí se confortará con la calidez de su anfitriona, se conmoverá con las exposiciones de pintura o fotografía, se endulzará la lengua y el corazón con un trago preparado con amor, se balanceará con la exquisita selección de música y saldrá con una sonrisa que le ocupará toooooooda la cara.

1 comment:

Ramon Mateo said...
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