Monday, April 8, 2013

Un puente roto


Hace apenas unos días, café en mano, reflexionaba con un amigo sobre lo aburrida que considerábamos ´la escuela´. Yo le contaba que mi hija, desde muy pequeña, ha sostenido una crítica sistemática tildándola de aburrida. ¿Le suena esto familiar? ¿Habrá un puente roto entre el estudiante y la escuela?

Llevo años trabajando animación a la lectura con público infantil y adolescente aplicando una metodología en la que los libros de ficción y diversas fuentes informativas juegan un rol protagónico, pero siempre de la mano de manifestaciones artísticas: baile, música, pintura y, muy especialmente, la escritura…  El resultado es otro: una audiencia feliz que celebra lo que aprende y le ve sentido y trascendencia.

Aunque a los destinatarios de estos talleres les parezcan encuentros espontáneos, no lo son. Me toma más tiempo planificar y organizar el taller, que impartirlo. ¿Por qué? Primero porque soy olvidadiza y necesito una guía que me precise el orden (¿Para qué nos vamos a engañar?). Segundo, porque considero que las transiciones son muy importantes porque serán el engranaje debidamente engrasado que motive de una forma natural a la audiencia. Una tercera razón es que los objetivos a alcanzar están definidos: desarrollar el pensamiento crítico transmitiendo un contenido integral siempre vinculado a la reflexión acerca de la vida personal del participante.

Las niñas y  los niños valoran en extremo que se les dé la oportunidad de expresar su visión del mundo y es muy significativo ver a su audiencia valorar la diversidad y respetar las diferencias. El resultado es increíble.

Trabajar en animación a la lectura es el trabajo que más gratificación me ha dado, no solo por lo que se ayuda a construir, también por lo mucho que aprendo en el proceso. Me siento gozosa viéndolos reír mientras reflexionan sobre sus vidas. Suelen ser muy agudos.

Ayer www.elpaís.es publicó un artículo que relaciona la deserción escolar en América Latina no solo a la pobreza, sino también a “la desconexión de la enseñanza con la vida de los jóvenes y adolescentes”. Y comparto completamente esta visión. Nuestros estudiantes tienen que lidiar con la obligación de asumir tareas domésticas que incluye el cuido de los hermanos menores y, en muchos casos, extenuantes jornadas de trabajo. En adición, contemplemos la condición psicológica de una gran cantidad de estudiantes que han sido dejados bajo el cuidado de algún familiar porque sus padres trabajan en otro país. O los embarazos adolescentes y los altos índices de violencia doméstica que marchitan  las hojas de los periódicos del día.

Si a todo eso se le suma que se les enseña temas poco significativos y desvinculados a su realidad... y se  le transmiten con una metodología aburrida, en escuelas que no tienen recursos didácticos apropiados y con el apoyo de profesores que no reciben un pago digno y muchas veces van a enseñar sin desayunar y sin el debido descanso… no digo yo que los estudiantes prefieran dejar la escuela y dedicarse a asumir otras responsabilidades a destiempo.


Para leer el artículo al que hago referencia:

http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/04/07/actualidad/1365354378_499006.html