Wednesday, May 22, 2013

La pregunta que me comió la lengua



¿Qué es un signo de interrogación? ¿Verdad que la pregunta es rara? Pues eso era el Encuentro Internacional de Editores Independientes (EDITA) para mí. Un evento de rasgos confusos que se lleva a cabo desde hace 20 años en Punta Umbría, un destino turístico ubicada en una esquinita del mundo, donde pareciera que Huelva (España) casi pierde la memoria.





Lo fascinante es que la primera noticia que tuve sobre este evento me llegó de muy buena fuente, me la contó el mismo coordinador: Uberto Stabile. Sin embargo, él me insistía “a Edita hay que venir para saber”. Está claro que no entendí muy bien qué cosa era esta actividad que no parecía tener correspondencia con una definición precisa. Así que este año asistí con el objetivo de comprenderla.

En alusión a que Edita fue reconocida por su labor cultural con el prestigioso premio Progreso Andalucía 2012, en el Blog oficial del evento se ofrece un dato interesante: “Entendemos por editor independiente aquella persona que dedica parte de su tiempo, trabajo y esfuerzo a editar publicaciones, con el único fin de divulgar la cultura, el arte y el pensamiento, fomentar la participación ciudadana y la democracia cultural. Se diferencia de los editores convencionales por su capacidad para trabajar y crear productos de vanguardia, de alta calidad estética, sin la limitación que impone la rentabilidad económica del mercado, y también por sus contenidos culturales e intelectuales de carácter independiente, la libertad de expresión y el pensamiento crítico”. ¿Pues me creen que en Edita, vista y experimentada, los editores independientes son mucho más que eso?



             


En correspondencia con la invitación, preparé una breve conferencia titulada “La edición independiente: de la rebeldía a la revolución” y una selección de poemas que al final creo que no me sirvió de mucho: cuando vino a llegar el momento de mi presentación, ya estaba tocada por la magia, la energía y la creatividad del Encuentro y sentía que era necesario un recurso distinto a la palabra para sintonizar con el auditorio. De hecho, me he tomado unos días desde mi regreso dejando que se asienten bien las emociones antes de escribir estas líneas.

Conclusión: Edita no es una “actividad”, es una experiencia y sólo viviéndola se da una cuenta de su abarcador significado. Es cierto: en Edita se presentan conferencias, libros, revistas de todo tipo, formato y naturaleza. Por supuesto: en Edita se reúnen editores independientes de toda Iberoamérica. Sin duda: en Edita puedes recitar poemas delante de editores potenciales. Y en Edita se abren mesas donde editores de distintas latitudes se acercan, presentan sus trabajos y venden sus libros. ¡Pero Edita no es solo eso! Ni dicho lo anterior en una misma oración, y sin signos de puntuación de por medio, podría describir la experiencia que viví del 2 al 4 de mayo de 2013.

   
Lo que más me impresionó de Edita fue su paisaje social. Este encuentro, que ha ido contagiando a Portugal, México, Colombia y Brasil con sus propias ediciones, quizá sin proponérselo, tiene las características de un movimiento que persigue desmontar la posibilidad de asirse a una idea preconcebida, desfragmentar el cómo razonamos y explorar cómo nos sentimos y compartimos lo que somos. Edita es un sueño común a miles de artistas que no siempre alcanzan a verse en un mismo encuentro pero que se quedan conectados irremediablemente.


  

Son muchos los platos culturales que se han elaborado en distintas partes del mundo gracias a Edita. Y ha sido mucha la literatura que ha sido divulgada gracias a que Edita en vez de discriminar, acoge pues no fue concebida para reunir artistas egocéntricos, escritores de "regla" y jueces implacables (aunque caben). Al contrario, Edita nace y confluye cada año como un gesto de amor y servicio y allí caben todas las manifestaciones artísticas; es un espacio donde convergen diversas percepciones de lo que es un libro pero siempre unidas por la certeza de que no nace para morir en un anaquel.

En Edita 2013 fui testigo y cómplice de manifestaciones humanas de alto vuelo, empezando por el amor con el que Uberto reúne a tantos artistas talentosos que cada año van a Punta Umbría con la misma fidelidad de los peregrinos que se dirigen hacia Santiago de Compostela. Así lo vivió un grupo de artistas que, yendo en auto desde Madrid hacia Punta Umbría, armaron la revista Sobre la marcha. En ella se recogen poemas breves, colaboraciones de poetas que también iban desde otras latitudes: un gesto inolvidable de gran valor artístico y patrimonial que surge como un gesto de amor por el arte y por los demás.

En un intento inocente por definir Edita, yo diría que es un colectivo humano, alegre, apasionado y diverso a razón de disciplinas, creencias, culturas y generaciones, que sintoniza en el amor por la literatura y el objeto libro, el aprecio por las manifestaciones artísticas, la trascendencia en el quehacer, la creatividad, la hermandad de los artistas y los países que representan. Y me quedo corta, lo sé.



                            

En definitiva no sé si aprendí algo de las conferencias. No sé si la mía le sirvió de algo a alguien. No sé si volví mejor poeta con los recitales que escuché. No sé si regresé más desenfrenada con lo mucho que reí, bailé y abrí el lente con el que miro la vida… pero sí estoy segura de que vino a casa una mejor versión de mí misma. Una persona más conectada con su vena artística y su ritmo interior. Una persona que tiene más claro y presente lo que tiene para dar. Una persona más conectada con el mundo que le rodea; una persona más confiada en el gran potencial que tiene la humanidad y en todo lo que se puede lograr cuando se tiene y comparte un sueño… significativamente grande.

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