A lo
largo de la historia hemos visto muchos científicos, matemáticos, pintores y
músicos que ya en la niñez eran reconocidos por sus dones. Albert Einstein,
Leonardo Da Vinci, Amadeus Mozart, Benjamin Franklyn, son solo algunos nombres
célebres que tienen en común no haber asistido a una escuela formal en sus
primeros años de vida, sino que recibieron instrucción en el hogar. Y aún así
sus aptitudes en sus respectivas áreas fueron lo suficientemente poderosas como
para guardarles un espacio en la memoria de las generaciones venideras.
En
la literatura, sin embargo, es muy difícil encontrar un genio-niño. Y esto es
así porque la literatura, en especial en la poesía, nos expresamos a través de
una forma muy compleja: el lenguaje. Puedes saber música sin que nadie te lo
enseñe y memorizar piezas sin aprender un lenguaje musical, pero alguien
necesariamente debe enseñarte a leer y escribir.
Escribir
un texto literario parece una tarea sencilla, pero no es así. Requiere
creatividad, intención, talento, formación,
técnica, humor, sensibilidad, disciplina… La escritura es un proceso complejo y
para lograr un buen texto se necesita mucho más que el deseo.
Ya sea que se
haga por ilusión o por necesidad, leer y escribir son ejercicios importantes en
todas las etapas de la vida; las razones son muchas más de las que reparo a
continuación:
1.
Alimenta
nuestra creatividad (y, a su vez, la creatividad nos ayuda a desarrollar
habilidades para resolver situaciones de la vida diaria).
2.
Desarrolla
el pensamiento crítico, lo que
favorece una mirada más profunda, honesta y real de la vida que vivimos… lo que
aumenta la probabilidad del acierto en las decisiones que tomamos.
3.
Nos pone en contacto
con nuestras emociones y con el mundo que nos rodea, lo que nos convierte en seres más sensibles y
emocionalmente más estables.
4.
Nos hace
más felices porque leer y escribir son actividades divertidas que nos
relajan, nos permiten expresar nuestros sentimientos y canalizar emociones que
muchas veces no salen por ninguna otra vía.
5.
Los estudiantes que leen y escriben con
frecuencia tienen un rendimiento escolar
más alto porque adquieren habilidades de comprensión lectora que son
fundamentales para la incorporación y fijación de los aprendizajes.
Todo
esto “discurso” va a razón de una alegría con la que me levanté hoy: ¡qué feliz
me hace trabajar animación a la lectura y escritura! Es increíble el
encantamiento que se logra cuando una persona verbaliza a través de la
escritura sus emociones. Mi hijo me dictó su primer poema cuando tenía sólo
cuatro años y a ambos les leí cuentos desde que me nadaban en la panza. Animar
a las personas a leer y escribir es un acto de amor que le da sentido a mi
vida.
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