Thursday, July 4, 2013

Reflexiones de un día feliz




A lo largo de la historia hemos visto muchos científicos, matemáticos, pintores y músicos que ya en la niñez eran reconocidos por sus dones. Albert Einstein, Leonardo Da Vinci, Amadeus Mozart, Benjamin Franklyn, son solo algunos nombres célebres que tienen en común no haber asistido a una escuela formal en sus primeros años de vida, sino que recibieron instrucción en el hogar. Y aún así sus aptitudes en sus respectivas áreas fueron lo suficientemente poderosas como para guardarles un espacio en la memoria de las generaciones venideras.

En la literatura, sin embargo, es muy difícil encontrar un genio-niño. Y esto es así porque la literatura, en especial en la poesía, nos expresamos a través de una forma muy compleja: el lenguaje. Puedes saber música sin que nadie te lo enseñe y memorizar piezas sin aprender un lenguaje musical, pero alguien necesariamente debe enseñarte a leer y escribir.




Escribir un texto literario parece una tarea sencilla, pero no es así. Requiere creatividad, intención,  talento, formación, técnica, humor, sensibilidad, disciplina… La escritura es un proceso complejo y para lograr un buen texto se necesita mucho más que el deseo. 






Ya sea que se haga por ilusión o por necesidad, leer y escribir son ejercicios importantes en todas las etapas de la vida; las razones son muchas más de las que reparo a continuación:

1.     Alimenta nuestra creatividad (y, a su vez, la creatividad nos ayuda a desarrollar habilidades para resolver situaciones de la vida diaria).
2.     Desarrolla el pensamiento crítico, lo que favorece una mirada más profunda, honesta y real de la vida que vivimos… lo que aumenta la probabilidad del acierto en las decisiones que tomamos.
3.     Nos pone en contacto con nuestras emociones y con el mundo que nos rodea, lo que nos convierte en seres más sensibles y emocionalmente más estables.
4.     Nos hace más felices porque leer y escribir son actividades divertidas que nos relajan, nos permiten expresar nuestros sentimientos y canalizar emociones que muchas veces no salen por ninguna otra vía.
5.     Los estudiantes que leen y escriben con frecuencia tienen un rendimiento escolar más alto porque adquieren habilidades de comprensión lectora que son fundamentales para la incorporación y fijación de los aprendizajes.


Todo esto “discurso” va a razón de una alegría con la que me levanté hoy: ¡qué feliz me hace trabajar animación a la lectura y escritura! Es increíble el encantamiento que se logra cuando una persona verbaliza a través de la escritura sus emociones. Mi hijo me dictó su primer poema cuando tenía sólo cuatro años y a ambos les leí cuentos desde que me nadaban en la panza. Animar a las personas a leer y escribir es un acto de amor que le da sentido a mi vida.




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