Históricamente los sistemas políticos, legales, culturales, religiosos y sociales han estado concebidos para subordinar a la mujer: quitándonos el derecho de heredar, condenándonos a la ignorancia, confinándonos a la casa, etc…
En muchos países se están modificando las leyes e implementando medidas para que las mujeres podamos disfrutar de los derechos que nos corresponden como seres humanos. Sin embargo, seguimos hablando de una manera excluyente.
Creo con firmeza espantosa que mientras yo, como ente, como ser, no me vea reflejada en mi idioma, en esa sociedad no hay un espacio para mí. ¿Cómo explicarle a mi hija que ella es tan valiosa como mi hijo si para nombrarla tiene que estar enmascarada en la frase “tengo dos niños”?
Yo no existo cada vez que a alguien le pesa integrarme en su vocabulario. Sigo marginada en los libros, en la radio, en la televisión, en los periódicos, en las esquinas y en mi casa.
¡Qué horror: me pellizco y me duele… pero no existo!
Friday, March 12, 2010
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