Ya no quiero ser una niña buena, si debo ser esa que se siente obligada a perdonar por temor a quedarse sola. Ya no quiero ser una niña buena, si debo maquillarme, digo disfrazarme, por las mañanas para el que el rímel disimule que antes de las ocho ya estoy cansada de corretear detrás de los preparativos para enviar a mi niño y a mi niña a la escuela. Ya no quiero ser una niña buena si siento pena por las mujeres afganas que no conocen sus derechos, pero no siento pena por las mujeres de este lado del mundo que conociendo sus derechos, no los defienden.
Ya no quiero ser una niña buena, si me sigue doliendo que las mujeres musulmanas se cubran la cabeza mientras nosotras insistimos, de este lado del mundo, en pagar mucho dinero por unos tacones de aguja que nos torturarán todo el día. Sólo porque necesitamos unos tacones para sentir que somos admiradas, que caminamos con mejor estilo. Yo creo que nos azotamos nosotras mismas, sin ayuda de nadie.
¿Acaso por eso merecemos más? Nosotras podemos alzar la voz para protestar por una injusticia, pero preferimos callar para “evitar conflictos”; podemos caminar libremente por la calle, pero preferimos quedarnos en casa para que nuestro compañero no se sienta celoso o para limpiar solas toda la casa. ¿Nos resulta más cómodo no defender nuestros derechos?
De este lado del mundo las mujeres sí podemos estudiar en todas las universidades, pero posponemos nuestros estudios o hobbies porque ahora estamos enfocadas en una relación y no en nuestras propias vidas. O porque hay dinero para todo en la familia menos para invertirlo en nuestra capacitación. Somos libres para vestirnos con la ropa que deseamos y gastamos mucho dinero en ello para gustarles a los demás, pero no utilizamos estos recursos para practicar un deporte que siempre nos gustó, para irnos solas de viaje o ahorrar para un proyecto personal.
Lo he decidido: ya no quiero ser una niña buena. Tampoco quiero que mi hija sea una niña buena. Quiero que las dos seamos seres felices, preparadas, respetadas; seres con valores, con anhelos, con determinación, con valentía, con poder… seres que sepan cómo hacer uso de su libertad.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
3 comments:
Farala ... el mundo es muy injusto ... especialmente con las mujeres. Así que hablemos de cosas alegres. Yo, en la próxima vida quiero ser una tortuga de las que viven trescientos años y del género masculino ... ¿y tú?
Se te quiere niña.
La Inefable
No sé amiga, tengo que pensar qué querría ser. Quisiera ser una tortuga pero no quiero pertenecer al género masculino ni en otra vida (los hombres abrazan muy bien)...Ser mujer es un privilegio según mi evangelio. Pero tenemos que aprender a volar cabezas. Ji ji ji ji...
Definitivamente estamos sincronizadas amiga, en estos ultimos dias he estado buscando informacion sobre la vida de la mujer afgana y me da mucha pena vivir dia a dia como la mujer occidental se va perdiendo en la nada.
Besos,
Post a Comment