Mi ojo derecho se escondió en mi media.
Allí suda y habla como loco con camisa.
El cuarto no tiene ventanas que lo ayuden a mirarse,
como un ojo sano.
Mi ojo derecho teme que una uña intente desgarrarlo.
No se atreve a llorar no vaya a ser que parezca un orín mojando una media.
No se atreve a reír porque la felicidad fue incestuosa con la piedra del zapato.
Mi ojo derecho es pobre porque no tiene nada que le atormente,
y aún así, se bebe cada palabra que ve, como un frasco de pastillas.
Mi pie derecho es un desnudo que aspira a una iluminación renacentista,
pero mi ojo derecho se escondió en mi media, donde la luz no pasa.
Farah Hallal
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