Tuesday, October 30, 2018

Serenata a un frasco de pastillas



Uso pastillas desde que me duele el mundo.
Recurro a ellas para dormir y despertar
a todos los ojos que tienen la forma del sueño.
Algunas mecen mi visión del día
y su textura se condiciona al delirio.
Otras me llevan por ese estado límbico
en el que se deleita el sufrimiento.

A todas muelo en un mortero de pérdida
todo en el afán de sobrellevar la jornada
como llevan los bueyes los dolores
que padecen ingenuamente por lo bajo.

Como ellos voy por el camino del látigo.

Y a solas el frasco me comenta lo suyo
hace un alto muy breve en la parte del miedo
menciona el dolor entre sus preferencias íntimas
es orgásmica su sensación cuando se acerca la mano.

¡Dios bendiga las pastillas que tranquilizan la lengua!
¡Las que son recordatorio de nuestra condición humana!

La grajea es un hecho inspirado en una lágrima
un argumento blando disuelto en nosotros.
No intento agregar ya matices al tema
también el vacío tiene formas oscuras:
bébalo durante el tiempo que le reste de vida
tal y como dicta la evolución médica.

¡Celebremos pues esta era macabra!
¡Demos gracias a Dios que nos da las pastillas!
¡Ellas saben que siempre las reconocí como aliadas
por eso mi niñez las ahogaba en todos los urinarios!

De las fábulas aprendí que los círculos
                                               [no son solo círculos
y ovalado es el hueco que mide la realidad.
Eso explica que aún no sepa
con qué objetivo despertaré mañana…
La noche se come al día y viceversa
y su mutua condición de bestia sin cuerpo
les deja una apariencia de zona inhóspita.
                                                                                          
 Farah  Hallal