Saturday, September 5, 2009

Ya no quiero ser…

Ya no quiero ser una niña buena, si debo ser esa que se siente obligada a perdonar por temor a quedarse sola. Ya no quiero ser una niña buena, si debo maquillarme, digo disfrazarme, por las mañanas para el que el rímel disimule que antes de las ocho ya estoy cansada de corretear detrás de los preparativos para enviar a mi niño y a mi niña a la escuela. Ya no quiero ser una niña buena si siento pena por las mujeres afganas que no conocen sus derechos, pero no siento pena por las mujeres de este lado del mundo que conociendo sus derechos, no los defienden.

Ya no quiero ser una niña buena, si me sigue doliendo que las mujeres musulmanas se cubran la cabeza mientras nosotras insistimos, de este lado del mundo, en pagar mucho dinero por unos tacones de aguja que nos torturarán todo el día. Sólo porque necesitamos unos tacones para sentir que somos admiradas, que caminamos con mejor estilo. Yo creo que nos azotamos nosotras mismas, sin ayuda de nadie.

¿Acaso por eso merecemos más? Nosotras podemos alzar la voz para protestar por una injusticia, pero preferimos callar para “evitar conflictos”; podemos caminar libremente por la calle, pero preferimos quedarnos en casa para que nuestro compañero no se sienta celoso o para limpiar solas toda la casa. ¿Nos resulta más cómodo no defender nuestros derechos?

De este lado del mundo las mujeres sí podemos estudiar en todas las universidades, pero posponemos nuestros estudios o hobbies porque ahora estamos enfocadas en una relación y no en nuestras propias vidas. O porque hay dinero para todo en la familia menos para invertirlo en nuestra capacitación. Somos libres para vestirnos con la ropa que deseamos y gastamos mucho dinero en ello para gustarles a los demás, pero no utilizamos estos recursos para practicar un deporte que siempre nos gustó, para irnos solas de viaje o ahorrar para un proyecto personal.

Lo he decidido: ya no quiero ser una niña buena. Tampoco quiero que mi hija sea una niña buena. Quiero que las dos seamos seres felices, preparadas, respetadas; seres con valores, con anhelos, con determinación, con valentía, con poder… seres que sepan cómo hacer uso de su libertad.

Wednesday, September 2, 2009

¿Para qué quiero una vida larga?


El próximo día diez cumpliré mis 34. En mi pasado soplé algunos cumpleaños coloridos y sonoros. Probé épocas en las que todos pensaron que los demás me habían llamado pero casi nadie lo hizo. Inflé cumpleaños muy vistosos, en los que recibí varios regalos. Pero también vi llegar cumpleaños sin amigos, sin flores ni suspiros.

Pero dos cosas nunca me faltaron: la capacidad para advertir el amor que ustedes me dan y un sentimiento profundo y sincero de gratitud escrito en negritas y con una tipografía despampanante. Por eso pienso que vale la pena vivir, aun cuando la vida que llevamos no sea, exactamente, lo que habíamos planeado para esta fecha.
Quiero vivir pero no por las razones equivocadas. No quiero una hermosa casa, quiero un hogar feliz. Vivir en un cuerpo feliz. Y morir –cuando llegue el momento- en un cuerpo feliz.

Quiero una vida larga para disfrutar de mi vida como nunca antes lo hice. Para leer los libros que me muero por leer pero que no he sacado el tiempo. Para recuperar los momentos en que pospuse ver el mar. Quiero una vida larga para demostrarles a las personas que me quieren que ese amor es recíproco, aunque yo me haya demorado mucho en demostrarlo. Quiero una vida larga para agradecerles a las personas su amor, su confianza, su cariño, su tolerancia y su respeto.

Quiero una vida larga para reír con mi hija y mi hijo o para estar ahí cuando necesitemos llorar en familia. Para que veamos los amaneceres en la playa que Itzel siempre quiso ver y a los que nunca la llevé pensando que era muy niña. Quiero vivir para escribir las canciones que canto en mi corazón y que nadie ha podido escuchar. Para descubrir si será cierto que dos esposos pueden envejecer juntos… como una vez nos lo prometimos delante de su familia y de la mía. Para descubrir todos los días los matices hermosos que nos ofrece el amor. Para bailar todas las canciones elegí no disfrutar. Para protestar por las injusticias que callé o para disfrutar de mi silencio personal y voluntario.

Quiero vivir para amar a todas las personas que conozco y aquellas que me faltan por conocer. Para descubrir que valió la pena vivir sin caparazón, para seguir amando sin medida, sin interés alguno, sin ambición, sin utilizar a la gente que conozco, sin tener mucho de qué avergonzarme.

De regalo de cumpleaños les doy la promesa de esforzarme por ser cada vez más generosa, atenta y más tolerante. Y a mí me daré el regalo de perdonarme por todo aquello que no logré y por todo aquello que quise ser y nunca fui.

Quiero vivir para disfrutar y celebrar esa maravillosa imperfección que me hace cada vez más humana.